Recuerdo qué el próximo día 13 de diciembre termina el plazo para entregar el trabajo del concurso "RELATOS DE NAVIDAD".
El tema de es "SABER CONVIVIR EN NAVIDAD".
Ya sabes:
-Elige un personaje y describe sus características personales y físicas.
-Introduce algunos personajes secundarios que acompañen a este personaje principal.
-Inventa una historia entre estos personajes.
-Concluya tu historia con un bonito final a modo de moraleja.
Te dejo aqui dos historias que pueden servir de modelo.
(Recuerda qué debes presentarlo escrito a mano y si es posible mejora la presentación del relato con dibujos).
Premio: Un MP3 por curso.
El cuento del conejito burlón, enseña a los más pequeños que la amistad es algo muy importante, y que si no quieres estar solo, debes de mantenerla, y tratar a la gente tal y como nos gustaría que nos tratasen a nosotros.
Vivía en el bosque verde un conejito dulce, tierno y esponjoso. Siempre que veía algún animal del bosque, se burlaba de él. Un día estabada sentado a la sombra de un árbol, cuando se le acercó una ardilla.
- Hola señor conejo.
Y el conejo mirando hacia él le sacó la lengua y salió corriendo. Que maleducado, pensó la ardilla. De camino a su madriguera, se encontró con una cervatillo, que también quiso saludarle:
- Buenos días señor conejo; y de nuevo el conejo sacó su lengua al cervatillo y se fue corriendo. Así una y otra vez a todos los animales del bosque que se iba encontrando en su camino.
Un dia todos los animales decidieron darle un buena lección, y se pusieron de acuerdo para que cuando alguno de ellos viera al conejo, no le saludara. Harían como sino le vieran. Y así ocurrió.
En los días siguientes todo el mundo ignoró al conejo. Nadie hablaba con él ni le saludaba. Llegó la Navidad y todos los animales del bosque organizaron una fiesta, el conejo pudo escuchar el lugar donde se iba a celebrar y pensó en ir, aunque no le hubiesen invitado.
Llegó la fiesta y cuando todos los animales se divertían, apareció el conejo en medio de la fiesta. Todos hicieron como si no le veían. El conejo abrumado ante la falta de atención de sus compañeros decidió marcharse con las orejas bajas. Los animales, dándoles pena del pobre conejo, e invadidos por el espíritu navideño, decidieron irle a buscar a su madriguera e invitarle a la fiesta. No sin antes hacerle prometer que nunca más haría burla a ninguno de los animales del bosque.
El conejo muy contento, prometió no burlarse nunca más de sus amigos del bosque, y todos se divirtieron mucho en la fiesta y vivieron muy felices para siempre.
Érase una vez un bonito pueblo en medio de un frondoso y colorido bosque habitado por unos alegres animales. Cada año, con la caída de las primeras nieves y la llegada de las estrellas de luz, se reunían en torno al Gran Árbol para preparar la Navidad y conocer una de las noticias más esperadas de la temporada.
Todas las actividades que realizaban en aquella época tenían como objetivo la convivencia, el fomento de la amistad y la diversión. El concurso de cocina navideña, organizado por la Señora Ardilla, hacía las delicias de los más comilones, pues los platos presentados eran degustados al finalizar la competición. Los más pequeños participaban en la tradicional Carrera de Hielo, que tenía lugar en el lago helado y acudían cada tarde a los ensayos de la Señorita Ciervo, encargada del coro que alegraba con sus villancicos todos los rincones del bosque. Y, por supuesto, estaba lo mejor noche de todas: la Nochebuena, en la que se representaba una obra de teatro que tenía como tema central la amistad.
El Señor Búho, como director de la escuela de teatro, seleccionaba una pieza de entre todas las que enviaban los animales aspirantes a ser los elegidos para llenar de paz los corazones de los habitantes del bosque, pero ese año:
- Bienvenidos todos a la reunión preparatoria de la Navidad, dijo el Señor Búho posado en la rama más robusta del Gran Árbol. Este año, la elección de la obra ha estado muy reñida porque todas las propuestas eran de gran calidad, pero había que elegir un ganador. Así que sin más demora demos un aplauso al Sr. Conejo, autor de la obra ganadora ‘Salvemos el bosque’.
- Gracias, gracias, es un honor para mí, exclamaba Conejo entre aplausos.
- Bien, pues ya sabéis que mañana a las diez daremos comienzo a las pruebas de selección. Rogamos puntualidad a los interesados, concluyó el Sr. Búho.
Al día siguiente, a la hora convenida, comenzó la selección. Al ser un musical, las pruebas se centraron en las habilidades de canto y baile, pues eran requisitos imprescindibles. La obra contaba la trama de un guardabosque que debía salvar la flora de un malvado leñador, obsesionado con cortar un Árbol milenario y arrasar todo lo que se pusiera en su camino. En su lucha por preservar el entorno natural, el guardabosque contaba la inestimable ayuda de un girasol y de un lirio que ponían su astucia al servicio de la noble causa.
Tras varias horas, los papeles quedaron repartidos de la siguiente manera: el Sr. Oso haría de guardabosques, Castor sería el vil leñador, la Sra. Pata representaría al girasol, y la Sra. Lince, al lirio.
Al principio todo marchaba estupendamente, los actores estaban contentos con sus papeles y trabajaban duro para perfeccionar sus actuaciones, hasta que hizo su aparición el peor de los fantasmas: la envidia.
- Sr. Conejo, creo que Castor tendría que tener un poco más de protagonismo. El leñador está lleno de matices y podríamos crear unos espectaculares efectos especiales que dejarían al público boquiabierto, dijo el Sr. Búho en uno de los ensayos.
-Sí, puede que tengas razón y deba retocar el texto para darle más peso a Castor. Podemos hacer un juego de luces y sombras cada vez que aparezca y realzar su papel.
Ante estas palabras Castor se puso muy contento, pues estaba muy ilusionado con la obra, pero Oso no lo vio con los mismos ojos. Si a Castor le daban más protagonismo, eso significaba que él dejaría de ser el protagonista absoluto, y eso no le gustó nada.
El ensayo del día siguiente fue un caos. En lugar de avanzar, daban pasos hacia atrás. Oso no colaboraba y Castor, que se había dado cuenta de lo que estaba pasando, estuvo muy arisco. Por si fuera poco, el vestuario también había sido fuente de conflictos entre las chicas. La Sra. Pata consideraba que el vestido de la Sra. Lince era más llamativo y que debían haberlo echado a suertes.
La tensión en el escenario se podía cortar y el desastre no se hizo esperar, y durante el ensayo de la escena final, que reunía a todos los actores en el escenario para interpretar el número final comenzaron a empujarse unos a otros con tal brío que parte del decorado se rompió.
- Orden, orden, pero bueno ¿qué pasa? preguntó Conejo encolerizado. Habéis echado a perder el trabajo de varios días y de todos los que han colaborado en la puesta en escena. Quedan sólo dos días para Nochebuena, pero si tuviéramos más tiempo os echaría a todos de la obra. Se acabó el ensayo por hoy. Conejo estaba rabioso, no entendía nada. Pero ¿cómo podían pelearse por una cosa así?
Al día siguiente los habitantes se despertaron siendo testigos de un acontecimiento terrible: la nieve había desaparecido y las estrellas de luz se habían apagado. ¿Cómo era posible? Asustados, los animales se congregaron alrededor del Gran Árbol, en busca del sabio consejo del Sr. Búho.
- Queridos habitantes del bosque, el espíritu de la Navidad se ha ido, sentenció Búho.
- ¿Y cómo podemos hacer que vuelva? preguntó asustada la Sra. Ardilla.
- Nos vamos a quedar sin Navidad, se oyó decir a un lobezno.
- Hoy es un día muy triste. La envidia ha desatado unas reacciones negativas en cadena. La nieve se ha derretido, las estrellas han dejado de lucir y la obra de teatro peligra.
Oso estaba escuchando tras un arbusto y tenía miedo a salir porque sabía que era el desencadenante de la situación, pero había que ser valiente y afrontar las consecuencias de los propios actos, así que se decidió a salir.
- Lo siento mucho. Si hay algún culpable, ése soy yo. Me cegó la envidia. ¿Qué puedo hacer para enmendar mi error?
- No, no tienes por qué cargar con las culpas tú sólo, yo también he contribuido con mi mal comportamiento. Si sirve de algo yo también lo siento, se lamentó Castor.
- Si te hace ilusión, te cambio el vestido, me importa más tu amistad que un trozo de tela, exclamó la Sra. Lince dándole un abrazo a la Sra. Pata.
- Mirad, ¡está nevando! gritó con entusiasmo una voz.
- Sí y parece que en el cielo brillan de nuevo las estrellas. ¡El espíritu de la Navidad ha vuelto!, se oyó.
Ese año, la Navidad se vivió con mucha intensidad en el bosque, al fin y al cabo estuvieron a punto de perderla para siempre. Habían aprendido la lección y ahora sabían que la envidia cegaba y tenía unos efectos muy negativos que no se podían controlar. Así que para que no se les olvidara nunca construyeron una gran placa de madera que colgaron del Gran Árbol. En ella se podía leer la siguiente inscripción:
“El tesoro más valioso que posees es la amistad, cuídalo todos los días y crecerá”.
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